MEDITACIÓN EN EL CAOS

En el último párrafo del ensayo,  Pensando como una montaña , el naturalista norteamericano Aldo Leopold (1887-1948), señala cómo todos nos afanamos en pos de la seguridad, la prosperidad, la comodidad, una vida lo más larga e insípida posible. (…) Cierto grado de éxito en lograr este objetivo está bien, y quizás constituya un requisito previo para el pensamiento desaparecido, pero demasiada seguridad parece no acarrear más que peligro a la larga ”.

puig campana-Fienstrat

Vivo al pie del Puig Campana y esta cita de Aldo Leopold me ha inspirado para imaginar como piensa una montaña. Porque ella está lejos de buscar seguridad, comodidad y éxito, está arraigada a la tierra, siente con los árboles, las plantas, los animales, los humanos que transitan … y tiene su mirada puesta en el horizonte. Desde la cima se aprecia la belleza, con todos los sentidos, del encuentro entre el mar, el cielo y la tierra.

En estos momentos de CAOS y confusión por tanta información a nuestro alcance, en gran parte manipulada, quiero pensar como la montaña.

Imagino que estoy en la cima de la montaña, desde allí lo veo todo. Imagino que soy la montaña, siento mis pies deshacerse en la profundidad de eras remotas, como el Puig Campana que es un afloramiento geológico de la época de los dinosaurios, del jurásico.                                                                                                                

Soy una montaña , llevo la memoria de los dinosaurios y de las aguas que recogidas del cielo corren por mis acuíferos. Pienso como una montaña, meditando en el silencio que desde mi cerebro delfínico que une cuerpo, mente y corazón … o tierra, vegetación y conciencia animal del águila, del conejo, del ser humano …

Cuando medito observo cuerpo, mente y corazón, dándome la oportunidad de integrar la experiencia, desde o con la conciencia de mi testigo interior que ayudado por mi cerebro delfínico, el cuarto cerebro que se activa en el silencio como identificado Claudio Naranjo, se ha entrenado para percibir la totalidad desde un centro. El centro del Ser, tal vez.

Toda la información, todos los discursos lógicos y parciales, todas las emociones generadas por el confinamiento y la confusión, se diluyen en la «red neuronal por defecto» cuando medito. Para, la esquizofrenia,  nace la comprensión; surge el amor por la vida tal cual es . «El amor incondicional que la montaña ofrece como una madre atenta y vigilante cuidando de sus retoños».

Cerrando esta «confinada» reflexión en los tiempos que vivimos, termino con una cita de  Thoreau para remarcar la urgencia del momento de generar conciencia y coherencia en la defensa de la vida.

“La naturaleza virgen es lo que preserva el mundo”, porque solo desde la restauración de la naturaleza que somos, dentro y fuera, podremos mantener la vida. «En caso contrario la vida prescindirá de esta especie, la humana, que parece estar en peligro de extinción» .

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