The principles of Ecopsychology, by Theodore Roszak

En The Voice of the Earth, escrito en 1992 por Theodore Roszak, propone los siguientes principios de la Ecopsicología:

El núcleo de la mente es el inconsciente ecológico. Para la Ecopsicología, la represión del inconsciente ecológico es la raíz más profunda de la locura colectiva de la sociedad industrial. El libre acceso al inconsciente ecológico es el camino hacia la cordura.
Los contenidos del inconsciente ecológico representan, en cierto grado, en algún nivel de la mente, el registro viviente de la evolución cósmica (C. G. Jung), remontándose a las condiciones iniciales en la historia del tiempo. Los estudios contemporáneos de la complejidad de la naturaleza, nos dicen que la vida y la mente emergieron de esta historia como sistemas naturales culminantes, comprendidos dentro de la secuencia de desarrollo de los sistemas físicos, biológicos, mentales y culturales que conocemos como «el universo». La Ecopsicología se basa en estos hallazgos de la nueva cosmología, tratando de llevarlos a la realidad de la experiencia.
Del mismo modo que ha sido el objetivo de las terapias anteriores recuperar los contenidos reprimidos del inconsciente, el objetivo de la Ecopsicología es despertar el sentido inherente de reciprocidad medioambiental que se encuentra dentro del inconsciente ecológico. Otras terapias buscan sanar el distanciamiento entre persona y persona, persona y familia, persona y sociedad. La Ecopsicología busca curar la enajenación entre la psique urbana, de reciente creación, y el antiguo medio ambiente natural.
Para la Ecopsicología como para otras terapias, la etapa crucial del desarrollo es la vida del niño. El inconsciente ecológico es regenerado, como si fuera un regalo, en el encantamiento del recién nacido por el mundo. La Ecopsicología busca recuperar la experiencia de la cualidad animista innata infantil en adultos funcionalmente «sanos». Para ello, se recurre a diversas fuentes, entre ellas las técnicas de curación tradicionales de los pueblos originarios, el misticismo natural expresado en la religión y el arte, la experiencia de la vida silvestre (Wilderness), las ideas de la Ecología Profunda (Deep Ecology). Así, por ejemplo, los himnos de Wordsworth al amor infantil hacia la naturaleza, son textos básicos para el desarrollo de la Ecopsicología, un primer paso hacia la creación del ego ecológico.
El ego ecológico madura hacia un sentido de responsabilidad ética con el planeta, que es vivencialmente experimentado como nuestra responsabilidad ética hacia los demás. Busca entrelazar esa responsabilidad dentro del tejido de las relaciones sociales y las decisiones políticas.
Uno de los proyectos terapéuticos más importantes para la Ecopsicología es la reevaluación de ciertos rasgos de personalidad «masculinos» compulsivos, que impregnan nuestras estructuras de poder político, y que nos permiten dominar la naturaleza como si fuera un reino extraño y sin derechos. En este sentido, la Ecopsicología se basa en gran medida en los conocimientos del Ecofeminismo, con el fin de desmitificar los estereotipos sexuales.
Todo lo que contribuye a las formaciones sociales en pequeña escala y el empoderamiento personal, nutre el ego ecológico. Todo lo que busca la dominación a gran escala y la supresión de la personalidad socava el ego ecológico. Por lo tanto, la Ecopsicología cuestiona profundamente la cordura esencial de nuestra cultura urbana-industrial gigantesca, ya sea capitalista o colectivista en su organización. Pero lo hace sin rechazar necesariamente el genio tecnológico de nuestra especie o cualquier medida que mejore la vida de la potencia industrial que hemos montado. La Ecopsicología es, en su orientación social, postindustrial, y no anti-industrial.
La Ecopsicología sostiene que hay una interacción sinérgica entre el bienestar planetario y el bienestar personal. El término «sinergia» es elegido deliberadamente por su connotación teológica tradicional, que una vez enseñó que el ser humano y lo divino están unidos de forma cooperativa en la búsqueda de la salvación. La traducción ecológica contemporánea del término podría ser: las necesidades del planeta son las necesidades de la persona, los derechos de la persona son los derechos del planeta.