“El mar, una vez que lanza su hechizo,
te atrapa para siempre con su maravillosa red”
Celine Cousteau

Tenemos muchos motivos para amar al mar.

Los beneficios  que nos aporta – físicos, psicológicos y espirituales – ejercen una atracción instintiva que nos convoca a su encuentro, cuando necesitamos descansar, sanar, calmarnos,  revitalizarnos, integrar experiencias…hay una tendencia colectiva de ir a la orilla del agua en los momentos mas significativos de nuestras vidas.

«El agua es la materia y la matriz de la vida, la madre y el medio.
Sin agua no hay vida».
Albert Szent-Györgyi

El 80% de la población mundial vive a menos de 60 miles de una costa, un lago o un rio. 2/3 de la economía global deriva de actividades que involucran el agua en una forma o otra.

Usamos el agua para beber, limpiar, trabajar, viajar o para un recreo.

Hay algo sobre el agua que nos atrae y nos fascina, es la substancia mas omnipresente en la tierra. El primer ingrediente que soporta la vida tal como la conocemos y el mar es el paisaje preponderante, por eso el planeta es como una canica azul.

«No llegaste a este mundo. Saliste de él, como una ola de un océano.
No eres un extraño aquí».
Alan Watts

El planeta azul ha generado la vida que conocemos gestándola en el mar.

Nuestros ancestros vienen del agua y evolucionaron nadando primero y arrastrándose después, caminando de pie a continuación. Los fetos humanos aún tienen esa estructura de branquias en sus primeras etapas de desarrollo, y pasamos nuestros primeros meses en un medio ambiente acuoso que es el líquido amniótico. En nuestra composición mineral, el agua de nuestras células es comparable a la que se encuentra en el mar.
J Nichols , “Mente Azul”

Nuestro cerebro responde en presencia del mar sintonizando en la frecuencia alfa (7-13H.) que nos provoca y produce el sonido de las olas. Desde este estado de conciencia relajado, creativo  y de  claridad mental, y sumando el efecto del color azul del agua, color relajante por excelencia en cromoterapia, profundizamos en estados más profundos de calma, bajando la frecuencia y acercándose al espectro de ondas zeta (4-7Hz.), propio de estados meditativos.

Otros ingredientes a sumar a la percepción del sonido del mar,  son los efectos de los otros sentidos – olor a vida, sabor a sal, tacto de la arena y del agua – con la memoria de millones de años que producen emociones inconscientes despertando la biofilia (Edward O. Wilson 1984).

Algunos autores que nombran la biofilia hacen referencia a su conexión con el inconsciente. Desde el punto de vista de la ecopsicología esto sería campo del “inconsciente ecológico”, esta parte de la psique fundamental para el equilibrio y la cordura.

Amamos “naturalmente” lo que genera en nuestro organismo la bioquímica del placer, de la excitación, de la calma, la confianza, la seguridad…lo que nos hace sentir bien y vivos, lugares, personas, otros seres…y este efecto lo produce el mar y lo sentimos la mayoría de las personas.

“Las personas protegen lo que aman”.
Jacques Cousteau.

El mar nos procura amor incondicional; a todos nos acoge en su seno acuoso, sin diferencia de clases, raza, estatus o edad…, nos acepa y acoge, como toda la naturaleza, tal como somos, sin juicios ni prejuicios. Esto nos brinda la idónea ocasión de experimentar la libertad y amarnos a nosotros mismos tal como somos.

Hay un sentimiento transcendente  que unifica la vida con  la muerte e integra el cielo con el agua, en el corazón del mar.

He llegado hasta la orilla del gran azul guiada por un impulso antiguo del alma, del cuerpo…al encuentro con el misterio y la sanación.

Respiro la paz y la frescura de los colores del cielo y de las aguas marinas. Juntos, mar y cielo, me sugieren una puerta  al espacio infinito. 

Su belleza es prístina.Su contacto, aún cuando a veces se muestra salvaje, es  maternal.  Te calma y te espabila, te acuna y te sacude.

La mar y el mar, ser andrógino  que atrae la atención por fascinación.

Mayam

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS :

«Mente Azul » ; Wallace J. Nichols.
«Yoga del agua » ; Carmelo Ríos.
“Teoría de la afectividad estética” de Roger Ulrich.
“El efecto Biofilia”; Clemens G. Arvay.

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